Y para comenzar la semana viajamos al Sur profundo para recordar a un tío al que versionaron y veneraron los Fab Four y Sus Satánicas Majestades (y alguno que otro más). Huelga decir que el pobre tuvo su momento de gloria allá por principios de los 60 y que le fue efímera, desapareciendo de las listas de ventas rápidamente y yendo a parar a las estanterias de aquellos a los que nos gustan los sonidos negroides aliñados con salsa vaquera para ser guardado como miel de romero y canela fina. Epítome de ese soul sureño condimentado por músicos blancos y negros y que daba temas como el que incrusto que tanto nos deleitan, el pobre Arthur terminó conduciendo autobuses y tuvo un fugaz regreso a mediados de los 90, truncado por un infarto de corazón que acabó con su vida.
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